viernes, 30 de septiembre de 2011

El Quijote de la Mancha

Información



Publicación de la Obra

La primera parte de la obra apareció en 1605, antes de la publicación de las Novelas Ejemplares, con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. El éxito fue inmediato; hubo varias ediciones en aquel año y los siguientes. En 1615 apareció la segunda parte con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha . A partir de entonces, se ha convertido probablemente en el libro más editado mundialmente, con lo que se confirman las palabras proféticas de Cervantes: "y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca" .

Argumento

En Don Quijote de la Mancha se narra la historia de un hidalgo maduro que, por la excesiva lectura de libros de caballería, “se vuelve loco” y concibe la idea de hacerse caballero andante y así recrear la antigua caballería. Equipado de armas y caballo, "Rocinante", y, desde la segunda salida acompañado por un vecino llamado Sancho Panza, que le sirve de escudero, corre mil aventuras de las que generalmente sale malparado. La tercera vez que vuelve, vencido por el Caballero de la Blanca Luna, es ya para morir. En la primera parte se entrecruzan con la línea argumental novelas cortas de diferentes tipos.

Estructura

Confluyen diversos aspectos en la estructuración de la novela:

En primer lugar las dos partes . Y esto, que podría haber sido una mera división externa, se convierte en auténtico hecho estructurador por las diferencias que se muestran entre una y otra. Especialmente importante, en este sentido, la que afecta al desarrollo de los personajes principales. En efecto, si bien hay una evolución continua a lo largo de toda la obra, la diferencia de su comportamiento entre la primera parte y la segunda es marcada. En la primera, don Quijote ve la realidad transformada por su imaginación caballeresca (donde hay molinos ve gigantes, por ejemplo); en la segunda, en cambio, la ve como es y son los demás personajes los que las convierten en aventuras caballerescas.  Don Quijote, por tanto, se acerca cada vez más al mundo de la realidad. Por otra parte, Sancho, en la segunda parte, se ha acomodado mejor a su amo y participa más de su mundo, llegando a vivir la pura ilusión en la ínsula Barataria. Todo ello des emboca en el entrecruzamiento final del idealismo de don Quijote con el realismo de Sancho.

Aparte de esto se aprecian las tres salidas como otro elemento estructurador, el más generalmente tratado. La división de la obra en tres salidas permite ver claros paralelismos entre ellas, aunque su extensión es muy diferente: una preparación y salida, una serie de aventuras y vuelta.

En la primera vuelta , don Quijote regresa no sólo armado caballero sino también triunfante, desde su perspectiva, con su primera hazaña (la del muchacho vapuleado); y ni siquiera contraría su optimismo caballeresco el molimiento por parte de los mercaderes. En la segunda ya su vuelta se realiza enjaulado y, pese al recurso del encantamiento, es una situación humillante que puede crear dudas en don Quijote: "Muchas y muy graves historias e yo leído de caballeros andante; pero jamás he leído ni visto, ni oído, que a los caballeros encantados los lleven desta manera y con el espacio que prometen estos perezosos animales" . En la tercera , se da el derrumbamiento total de Don Quijote y de su ideal caballeresco; tal es así, que vuelve para morir tras haber recuperado la razón. Si esta evolución de don Quijote la consideramos a la par que la de Sancho, de sentido contrario, estaremos probablemente en el auténtico meollo del asunto de la novela. Efectivamente, hay un progresivo acercamiento de las iniciales posturas contrapuestas de don Quijote y Sancho (idealismo - realismo) hacia un equilibrio e incluso entrecruzamiento final.

Por último, un elemento estructurador fundamental, olvidado con demasiada frecuencia, es el carácter paródico de la novela. La estructura de El Quijote parece ser la de una parodia de los libros de caballerías y, por ello, sigue sus esquemas: se apropia de la disposición general de dichos libros, de sus personajes, del encadenamiento de aventuras y de sus quimeras.

Trascendencia humana de "El Quijote"

Tres razones nos obligan a contemplar El Quijote como una obra de trascendencia humana inabarcable:

Por la jamás igualada sensación de vida verdadera, de realidad sucedida que nos dan las figuras de "El Quijote" , como dice Alborg. En efecto, la novela entera y cada una de sus frases y palabras son un caudal de vida que desborda.

Pero ni siquiera esto es lo fundamental. El libro en sí es la representación más auténtica de la lucha de dos radicales y universales actitudes humanas: la subjetividad frente a la objetividad, el idealismo frente al realismo. Y diríamos más, no sólo son actitudes que se afincan cada una en individuos diferentes, sino que, antes y primariamente, son dos tendencias profundas que, en lucha permanente, predominando una u otra según personas y momentos, proporcionan a cada uno la desazón de la búsqueda de la verdad. Y es el hecho de tratarse de actitudes humanas, como dice Alborg, lo que le da mayor hondura universal que la de los grandes mitos de otras obras; éstas responden a una pasión específica (amor, poder, etc.) encarnadas en héroes que, con toda su trascendencia, son sólo porciones del espíritu humano. Sin embargo, lo que don Quijote y Sancho simbolizan son dos modos de ser y dos tendencias de las que ningún humano se escapa.

Por último, como también dice Alborg, "lo más grande de la creación cervantina consiste en que esta prodigiosa universalidad de sus personajes se funde estrechamente con aquella individuada y personalísima existencia" de éstos. Don Quijote y Sancho no son símbolos que pretendan demostrar o mostrar algo, como ocurre en mayor o menor medida, en otras obras también importantes, sino personajes concretísimos que se van haciendo según van viviendo literariamente (como sucede en la vida misma); de ahí que nos parezcan personajes auténticamente históricos.


Técnica y estilo

Atendiendo sólo a aspectos generales y muy someramente, cabe señalar los siguientes recursos estilísticos:

La parodia (imitación, generalmente burlesca, de una obra, género, autor,... exagerando o ridiculizando sus rasgos más característicos) está presente, de forma constante, en todo el libro. La misma concepción de la novela y, por tanto, la estructuración de la mayoría de las aventuras es, como se ha dicho, una parodia de los libros de caballerías. Pero ésta se manifiesta también continuamente en recursos técnicos y estilísticos más concretos: en el recurso del apócrifo, en el lenguaje altisonante y arcaizante, en el uso y abuso de la hipérbole, etc.

La ironía , resultado en muchos casos de la parodia, es el recurso tal vez más utilizado en El Quijote ; tan es así, que apenas hay frase que no lleve un doble sentido. La vemos ya en el encabezamiento de los capítulos con sus títulos hiperbólicos, en el desajuste constante entre actitudes y situaciones, en muchísimas expresiones de don Quijote y Sancho, etc.

Tanto la parodia como la ironía son ríos que desembocan en el inagotable humor del Quijote. Pero el humorismo sobrepasa dichos recursos: lo encontramos también en los graciosísimos diálogos entre Sancho y don Quijote, en la creación de nombres propios, en la invención de expresiones (como "escuderil vápulo", "académico argamasillesco", médico insulano", "gobernadoresco",...) en los trastrueques idiomáticos en la boca de Sancho, en los juegos de palabras, etc. Aunque la verdad es que parodia, ironía y humor se aúnan en una misma realidad literaria y no siempre admiten diferenciaciones claras.

Cabe resaltar también como otra consecución técnico estilística del Quijote la perfección del diálogo . Es, en primer lugar, el medio por el que los personajes, sobre todo don Quijote y Sancho, descubren sus intimidades en un proceso dialéctico que los define como seres independientes y vivos, a la vez que los conforma progresivamente. Pero, además, es un elemento estructural de primera magnitud que dinamiza la novela: las aventuras perderían gran parte de su valor sin los diálogos precedentes y subsiguientes.

Uno de los hechos que más llama la atención durante la lectura de El Quijote es el grado de realismo y de vida independiente que Cervantes consigue plasmar en sus personajes, muy en especial en don Quijote y Sancho. En efecto, en la conciencia del lector de la obra y en la conciencia de la colectividad, se ha ido conformando una sensación de personajes reales, escapados de la novela
Por último es necesario mencionar la perfección y riqueza lingüísticas . Un dato nos puede llevar a intuir hasta qué punto esto es cierto en todos los aspectos: el número de palabras distintas usadas en la novela es de más de doce mil - hoy, una persona culta conoce seis o siete mil.

Novelas de Caballerías



Las novelas de caballería experimentaron una gran popularidad en España y Portugal durante el siglo XVI. Estos libros están protagonizados por caballeros andantes (héroes), que son grandes guerreros que suelen perseguir el amor de una dama. Este aspecto romántico está inspirado en el amor cortés, una concepción platónica y mística del amor.

Hay que tener en cuenta que, aunque las novelas de caballería puedan presentarse como crónicas verdaderas, no son más que obras de ficción. Son, por lo tanto, ficciones de primer grado, donde los hechos son más importantes que los personajes (que, por lo general, son arquetípicos y planos).

Los libros de caballería, más allá de lo que afirmen, ofrecen una geografía fantástica (con viajes a nuevas tierras, pueblos con extraños ritos, selvas misteriosas o criaturas inexistentes) y se ubican en un tiempo remoto y mítico, sin referencias a circunstancias sociales contemporáneas. Hay novelas que, incluso, se presentan como traducidas de originales escritos en árabe, griego u otras lenguas, o como manuscritos hallados tras haber permanecido ocultos durante un largo tiempo.



Otra característica importante de las novelas de caballería es su estructura abierta, con múltiples continuaciones y una constante presencia de la amplificación (cada generación debe superar las hazañas conseguidas por su antecesora).

A lo largo de sus aventuras, los héroes deben superar distintas pruebas para merecer a su dama u obtener alguna honra. Por eso, las motivaciones principales de los caballeros son el amor y la fama.

Por otra parte, la violencia aparece glorificada, ya que estos héroes son valorizados tras sus triunfos con las armas.

Siglo de Oro Español

El Siglo de Oro, ha sido uno de los más brillantes y prolíficos períodos del arte español. Repasamos sus artístas más destacados y -por supuesto- el contexto histórico que posibilitó esta conjunción de grandes maestros.



Podríamos considerar que el Siglo de Oro español comienza en la segunda mitad del siglo XVI, cuando tras las crisis sociales surgidas en Castilla, Valencia y Mallorca, Carlos I estabiliza su Imperio y consolida un Estado Moderno con una Monarquía absoluta. Social y económicamente, España encara una fase de expansión. La plata de los tesoros que se extraen de América, así como la herencia que el Rey acopia en sus manos de reinos de medio Europa favorecen al desarrollo del país.

La creatividad y la producción artística empiezan a desarrollarse poco más tarde, a finales ya del siglo, con el Renacimiento. Entrados ya en el siglo XVII, y mientras la sociedad española empieza a vivir su declive, producto de la progresiva ruina a la que se ve sometido el Estado español para mantener todas sus colonias, el Siglo de Oro, en su vertiente cultural llega a su auge de la mano de nuevas corrientes artísticas: el Manierismo y el Barroco.

La expulsión de los moriscos, las guerras de separación de Portugal y Cataluña, los bandidos, la falta de recursos que provenían de América, cada vez más escasos, inciden en el proceso expansionista del Imperio. Comienzan las derrotas exteriores y con ellas, el desmembramiento del Reino.

La literatura en el Siglo de Oro

Pero tradicionalmente, hablar del Siglo de Oro español, es relacionarlo con la cultura. Juan Luis Vives, seguidor de Erasmo, los hermanos De Valdés, o Francisco de Vitoria, fueron los primeros que comenzaron a destacarse en el ámbito literario, todos de marcado índole económico, como poco más tarde, lo fueron Martín de Azpilcueta y Tomás de Mercado. Las ciencias experimentales comenzaron a florecer. Surgieron centros de estudio como la Casa de la Contratación o la Biblioteca de El Escorial. Y como consecuencia, se desarrollaron otras ciencias aplicadas, como las navales, la cartografía o la minería.

Paralelamente, a mediados del siglo XVI, la literatura renacentista también empezó a dar sus primeros frutos importantes de la mano de Garcilaso de la Vega, de clara inspiración italiana, y de Fray Luis de León. En novelas, surgió con fuerza el género picaresco con “El Lazarillo de Tormes” en el año 1554.
Ya en el siglo XVII, la crisis económica y social, fomentó el gusto por el espectáculo; las clases populares dieron un paso al frente e intentaron en el campo de las artes ofrecer una expresión al mundo de la situación que se vivía. La ostentación, la extroversión.

El Barroco español conoció una época gloriosa: Francisco de Quevedo, representante del conceptismo, firme defensor de la moral, y gran escritor de poemas amorosos. Luis de Góngora, el mayor exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” (1613). Los ensayos renacen con Baltasar Gracián y su “Criticón“, y sobre todo, la narrativa hispana de la mano del propio Quevedo con su “Buscón“, Mateo Alemán y su “Guzmán de Alfarache” o Miguel de Cervantes con la obra cumbre de la literatura española: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha“.

Por último, enmarcado también dentro del Barroco español, no podía quedarse atrás el teatro, y de esta época es también el mayor exponente, el Fénix de los Ingenios, el prolífico dramaturgo Lope de Vega, autor de grandes obras como “El Caballero de Olmedo” o “Fuenteovejuna“. Tirso de Molina, con “El burlador de Sevilla” o Calderón de la Barca, otro de  grandes autores, con “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea“, son también claros representantes del Siglo de Oro.

El Siglo de Oro fue para todos un grito a los sentidos, a la expresión en todas sus artes, a la elevación del espíritu, y a la grandeza de un Imperio venido a menos, pero que durante más de un siglo se convirtió en el centro mundial artístico.

martes, 6 de septiembre de 2011

Canto III, Infierno

Inscripción de la Puerta del Infierno.

"Per me si va ne la citta dolente.
Per me si va ne l´etterno dolore.
Per me si va tra la perduta gente.

Giustizia mosse; il mio alto fattore;
fecemi la divina podestate, 
la somma sapienza e ´l primo amore.

Dinanzi a me non fuor cose create,
se non etterne, e io etterna duro.
Lasciate ogne speranza, voi ch´entrate".


Traducción al español:

"Por mi se va a la ciudad del llanto.
Por mi se va al eterno dolor.
Por mi se va a la condenada raza.

La justicia animó a mi sublime arquitecto;
me levantó la divina Potestad,
la suprema Sabiduría y el primer amor.

Antes de mí no hubo nada creado,
a excepción de lo inmortal; y yo duro eternamente
¡Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza".